lunes, 26 de noviembre de 2012

TAMBIEN EN EL SIGLO XXI...

     Entró en casa con aspecto cansado, colgó el abrigo, el sombrero y el bastón lo dejó en el paraguero.  Hinchó el pecho y comenzando una sonrisa cada vez más extensa, cuánto más cerca se hallaba del dormitorio, entró en la alcoba dónde su mujer, una anciana menuda, con la mirada ausente y lividez en el rostro, le esperaba.
     Con gestos amorosos y cálidos, la besó en la frente, le limpió el hilillo de saliva que caía por la comisura de la boca y con voz suave empezó a comentarle los preparativos de sus respectivos viajes.
     "Querida, la carta para nuestra nieta ya está en el correo, ahora te pondré el vestido estampado, el que tanto te gustaba, te suministraré la medicación y una vez que tú estés en tu viaje sin retorno, realizaré el mío; por favor cariño, espérame."
     Miró el reloj, y emprendió con celeridad los pasos que le había mencionado.  Con un beso en cada mano, se despidió, los ojos de la mujer antiguamente brillantes, se fueron apagando y él se los cerró.  Mientras la puerta de casa se abría y oía los pasos ligeros de su hija, abrió el balcón y santiguándose cayó al vacío.  No pudo oir los gritos de su hija, ni ver los titulares de la prensa....
      Dos días más tarde, su nieta abría una carta escrita y firmada por su abuelo: "...ya teníamos todo hecho, no queríamos ser una carga para nadie, y la sola idea de pensar estar separados era más cruel que la propia muerte.  ¿Tan dificil es de entender y comprender que dos personas que se han amado con locura y respeto durante 62 años, no quieran separarse?  Eres muy joven, pero por eso mismo creo que entenderás que no sólo la juventud pueden ser Romeo y Julieta, también en pleno siglo XXI, existen amores como el de los amantes de Teruel.  Pido, que no seais muy severos conmigo y recordarme como alguien que amó siempre con un corazón joven."
 
Irene
    
    

miércoles, 14 de noviembre de 2012

HACED LO QUE ELLOS DICEN...


            Erase una vez, una joven adolescente (14 años), que trabajaba de 8 a 15 horas, y estudiaba en una academia por la tarde taquigrafía y mecanografía y por la noche en instituto intentaba sacar el BUP.

            Su padre, ebanista, trabajaba en un taller y por ley tenía que haber un representante sindical en cada lugar, a dedo (porque nadie quería ser) le tocó a él por votación de los compañeros.

            El hombre, salía de su trabajo y tenía que ir a sindicatos a las reuniones, después de su horario de trabajo, no era remunerado (como ahora) ni podía coger festivos ni tenía fiesta (como ahora), había días que después de aquellas reuniones llegaba a las 12 de la noche, al día siguiente su jornada laboral era la misma que la de sus compañeros, y tenía el handicap, que al no conseguirse lo que se pretendía y al patrono se le pretaban las clavijas, todo eran malas caras, por parte de compañeros y por parte del empresario.

            Eran mediados y finales de los 70, el mundo sindical era diferente, en el mundo laboral, si querías llegar a final de mes o de semana (que ese padre cobraba por semanas) tenía que hacer horas en otro taller los sábados todo el día y en ocasiones, los domingos por la mañana.

            El padre y la hija, pagaban sus cuotas de sindicalistas, estaban convencidos que era una forma de tener unidad contra la opresión del patrono.  Por supuesto, los sindicatos y sus miembros no recibían subvenciones del estado y todo se forjaba en la lucha igualitaria.

            Pasaron los años, y los sindicatos fueron comprados por el gobierno de turno, los sindicalistas consideraron que eso era un oficio, y más de uno vive de eso, secretarios, cabecillas, etc., etc. los pobres no saben hacer otra cosa, pero, los estoy manteniendo con mis impuestos y mis sueldos, al igual que a los políticios, a los bancos, etc. 

            Resulta que ahora la lucha no está contra el patrono o el empresario, (que no nos engañemos, si al empresario que pone la pasta, le vá bien en su empresa, también nos irá bien a los que trabajamos en ella) hay mucho empresario o patrono que es a la vez trabajador.  La mayoría de los banqueros, políticos, sindicalistas de altos vuelos, son unos chupasangres, devoradores de personas. 

            Pregonan a los cuatro vientos, valores tan importantes para mantener una sociedad libre, como son la solidaridad, la justicia, etc. y entonces recuerdo el libro best-seller por excelencia, de más ventas y más leído que el Quijote, y que se llama la Biblia, en el que cuenta, que hubo un señor que tenía muy buena oratoria y que hablando de los políticos de su época, decía “…Haced lo que ellos dicen, pero no hagais lo que ellos hacen…” y es cuando yo les digo a toda esa peña que sale en los medios gritando “igualdad para todos” “…No seais hipócritas, ni sepulcros blanqueados…”

            No vendría mal que ese señor, después de veintiún siglos, volviera, entonces se daría cuenta que en su época eran super ricos, porque si se pusiera ahora a hacer el milagro de los panes y los peces, no tendría siquiera el pan ni peces para obrar el milagro.

Irene