domingo, 27 de febrero de 2011

Conversaciones oídas sin querer (1.ªparte)

Hola, ya sé que la buena educación, advierte, que es de mala educación escuchar las conversaciones ajenas, pero cuando estas en una cafetería, con las mesas superpegadas unas a otras, y llenas, superllenas (que ya me dirán donde está la crisis en esos momentos)no puedes evitar, aunque no estés en las conversaciones de las mesas vecinas, escuchar lo que en ellas dicen.
Dicen, las malas lenguas, que las mujeres somos por naturalezas "malas" y que podemos llegar a ser, perversas. Evidentemente yo como mujer, no puedo estar de acuerdo (a veces con la boca pequeña), por lo que en esta ocasión, me voy a limitar a poner los hechos "en la pantalla" y que juzgue quien crea tiene el poder para juzgar.
El sábado por la mañana, estando con mi napolitana de chocolate y mi café con leche, saboreando el buen aroma, se me mezclaban dos conversaciones, completamente diferentes, una por el oído derecho, otra por el izquierdo. Tan distintas una de la otra, pero tan bonita una y realistas ambas.
En el lado derecho, tenía dos señoras de avanzada edad, tenían que ser un poco duras de oído por lo que chillaban a pesar de estar muy cerca la una de la otra, y en el lado izquierdo, observé por el rabillo del ojo como una chica de unos 30 años se levantaba a saludar a una morena de edad parecida que acababa de entrar y que se sentó junto a ella.
Estaba yo, muy concentrada en cortar y poder saborear mi napolitana, que oía sin prestar atención, pero al final por la cercanía o por la elevacción de las voces, no pude evitar escuchar ambas conversaciones, a derecha e izquierda y nunca mejor dicho.
Las dos señoras mayores, las de la derecha, se intentaban convencer la una a la otra de que sus nietos eran los mejores, los más guapos, los más risueños y los más tiernos, peeeeeero, ya no tanto sus hasta hace poco amados hijos. Hijos de los que habían sacado pecho, cuando terminaron la carrera, arquitecto, medicina, otro opositaba para conseguir plaza fija de maestro, y la "pequeña" que como tenía dos mellizos, bastante tenía la pobre. (me acordé de la liberación de la mujer, pero eso será para otro día). La conversación de las dos señoras, se mantenía en distintos "picos" tan pronto pasaban de la ternura, risas con lágrimas hablando de los nietos, como se lamentaban de lo egoistas, y déspotas en los que se había convertido "hasta" hace poco sus amados y venerados hijos.
Se sentían como "chachas" (sin intención de ofender a nadie)porque, una tenía que estar a las 8 de la mañana en casa de la mayor, porque se iban a trabajar y la chica que los llevaba al colegio no podía ir ese día, y claro, si iba a una tendría que ir a casa de su hijo, con el consiguiente disgusto, porque éste vive a las afueras de la ciudad, y tampoco es lo mismo, ir a casa de la hija que del hijo (ésto lo de siempre, tambien para hablarlo con tranquilidad)
La otra, hablaba con más resignación, era normal que les echara una mano, en definitiva sino lo hacían por sus hijos y nietos, ¿por quien lo iban a hacer?, eran y son la generación "pagana", la que siempre han pagado los platos rotos, las que no han dicho nunca, no, las que cuando se casaron y los padres y suegros incluidos, o se los repartían con más hermanos o todos juntos a su casa (aunque entonces se decía, el casado casa quiere), y eso, sino iba la abuela en el lote.
Cuando fallecen los antecesores, los hijos que han tenido durante el recorrido de la vida, se han hecho mayores, y han tenido que trabajar muy duro para poder darles unos estudios, algo que ellos aunque hubieran valido no pudieron realizar, todas las energías se volcaron en los hijos, (cosa, que sin saber, podía ser frustrante a hijos y padres simultáneamente, aunque entre ambos no se hiciera ni un reproche), cuando ya podían respirar tranquilos, "voilá" he aquí, que la cigüeña que ya no viaja de París y se instala en casa de esos hijos que han estudiado para tener carrera y buen trabajo, y claro, ahora no es momento de truncar, los sueños, por los que todos hemos peleado, incluidos los abuelos. Si sólo tienes un hijo, "allá que te allá" pero como tengas dos o más, ya me dirás como te repartes.... así que tenemos la generación vital, las jóvenes de antes y las abuelas de ahora.
Pero el problema no llega cuando tiene que cuidar a los nietos que son pequeños, el problema llega cuando ya esos nietos no necesitan de los cuidados ni vigilancia de los yayos, ¿que pasa con ese padre-madre convertidos en abuelos-cuidadores?
Sencillamente, se han hecho tan mayores, que "chochean" y tienen que apartarse, porque no entienden y meten la pata en las conversaciones. No tienen los reflejos que tenían antes, ni físicos ni mentales.
¡¡¡Ayyyyy!!! quien te ha visto y quien te vé...
(continuará)...

jueves, 24 de febrero de 2011

yo, quiero eso...

Hola;
Hoy he estado en la presentación del último libro de Javier Sierra "El Ángel Perdido", es un periodista de Teruel, del que he leído "La Cena Secreta" y "El Secreto egipcio de Napoleón", del primero no tiene nada que envidiar a Dan Brow. Hoy cuando lo oía hablar, no del libro, sino como se gestó, me alegraba por él, ha conseguido lo que yo he deseado siempre, escribir, y disponer del tiempo para ello. Es periodista, pero usa su imaginación, y no vá con las prisas de querer sacar libros sin conocimiento, no, se nota que se los trabaja, dedica su tiempo y el de su familia, y haciendo algo que le gusta, se gana la vida. No hace mucho, alguien, me preguntó, ¿qué harías si te jubilases?, yo, si tuviera tiempo lo dedicaría a escribir, pero como tantas cosas, esta es una más que confirma el dicho de "la pescadilla que se muerde la cola".
Si tuviera tiempo me dedicaría a estudiar y mejorar la escritura, leería, investigaría, pasearía por mi ciudad y viajaría por otras diferentes dentro y fuera de España, para poder aprender y observar, y de esa manera poder conseguir temas para escribir novelas, cuentos para niños, poesía, tres cosas que me fascinan.
Poesía, ya escribí (lo típico que hacemos todos) en la adolescencia, aún tengo algunas a mano y la mayoría escritas con la "olivetti", ¡jo!, ¡que tiempos aquellos!, unos cuantos los usaron un grupo de música,que comenzaba, y que creo que al final no llegaron muy lejos, como tantos otros que se quedan en el camino.
Tengo a medias un guión corto, para mi hijo el pequeño que le gusta el tema del cine.
Muchas veces, he contado cuentos, pero luego no los he escrito.
Sé que es dificil y complicado, pero sí he soñado despierta, más de una vez, como estaba tranquilamente en una playa con un block y un lápiz, otras veces era un ordenador y hasta en ocasiones mi propia voz grabada en el contestador del teléfono de mi casa. Pero necesito mi sueldo y no dispongo de ese tiempo, así que esperaré a jubilarme, jajajaja, ¿a que suena a chiste?
Una vez oí a un escritor decir, que la inspiración cuando llegaba te tenía que pillar trabajando o en actitud de poder hacerlo, y es verdad, tengo muchas ideas, pero en ese momento no puedo porque estoy en el trabajo, o comprando, o... siempre haciendo cosas. Así que, no siempre, pero a veces sí puedo, me lleno el bolso y bolsillos de papeles con alguna pequeña indicación, o simplemente me lo grabo en el móvil, aunque luego no tengo tiempo para poner en practica el rompecabezas.
Hay que tener paciencia y confiar, que los sueños se cumplen si trabajas por ellos y para ellos, así que esperaré, pero como el gusanillo me podía más, este blog, puede ser un sucedáneo, que me gusta.
Volviendo a Javier Sierra, aconsejo que lo lean, tiene muy fácil lectura, el único problema, que te quita horas de sueño, pero bueno, no se puede tener todo.
Y pensando en como gestó este último libro, el tiempo que le dedicó, siete años desde el último, y el tiempo que le dedica a su medio de vida y que le resulta tan gratificante, pienso "yo, quiero eso... tiempo"

Un beso
Irene

martes, 22 de febrero de 2011

¿dónde está la educación?

Pocas veces subo a un autobús, afortunadamente trabajo a 25 minutos de mi casa y eso me permite en ocasiones llegar antes andando que esperar y recorrer el trayecto en el autobus. 
Pero es un lugar muy propicio para observar a las personas, y darte cuenta que cada día existe menos educación.
Los asientos más cercanos a la puerta de subida, son para los ancianos y mujeres embarazadas, son más cómodos, porque no tienen ningún peldaño que subir y las articulaciones de las personas mayores lo agradecen.  Pues, hete aquí, que mucha gente joven, con cascos en los oídos que permiten a todo el autobus compartir su música o algunas rondando los 35 o 40 años con libros gordísimos (entiendo que no puedan disfrutar de la lectura de pie) se escurren sin contemplaciones en los mencionados asientos, con el perjuicio para las personas que tienen mermadas sus articulaciones.  Tanto os cuesta pasar al fondo, que en muchas ocasiones hay asientos vacíos o bien no hacerse los "sordos" ni "ciegos" cuando veais que personas entradas en ciertas edades se tambalean aunque vayan acompañados de un bastón.
Mención aparte son las mamás, jóvenes, con niños pequeños que sientan a sus retoños en el asiento, siendo que puede tenerlo sentado en sus piernas y procurar que no golpee con sus pequeños pies, pero tremendas y durísimas botas, las extremidades del anciano que ha tenido la suerte de poderse sentar.
Desde el centro del autobus, miro hacia atrás y veo, una joven hablando a grito pelado con su amiga del alma, criticando a su otra amiga del alma, poniendo verde a su madre porque le llamó la atención por no arreglar su dormitorio y llegar a las siete de la mañana del sábado anterior, y diciendo que "fulanito" entiendo que es su chaval, no le pone más la mano encima.
Justo detrás de ella en el asiento pegadito al pasillo, veo a otra chica de unos veinticinco años, sentada con las piernas cruzadas impidiendo el paso y que aunque vea que la gente no pasa, hasta que un señor le llama la atención es incapaz de sentarse en condiciones necesarias y oportunas de estar en un autobús y no en la silla de una cafetería.
No termina el autobús su espacio, que veo a un chaval de quince años, sentado al lado de una mujer más o menos de mi edad poniendo el pie encima del asiento que tiene justo enfrente, llegando a la altura del mismo un chico pasa de largo, pero la chica que iba detrás y se sienta, se tiene que sentar enfrente de la mujer, porque el niño en cuestión no baja el pie.  Pero, no te lo pierdas, resulta que en la misma parada que me bajo yo se bajan estos últimos, observo que son madre e hijo, y me hago la siguiente pregunta, en su casa ¿le deja poner los pies encima de la mesa o del sofá con las deportivas puestas? sea la respuesta que sea, el autobús no es el lugar dónde se puede poner uno como le dé la gana.
Salvo en algún frenazo más fuerte de lo debido, y algún "perdón" cuando se ha pisado el callo del vecino o se ha metido el codo en el estómago del otro, la sensación cuando me he bajado ha sido de indignación.
El trozo que tengo andando hasta mi puesto de trabajo, ha sido constante el repaso a lo que había visto en menos de diez minutos.
En treinta años cuanto han cambiado las cosas, recuerdo ver a mi padre, levantarse y dejar su asiento a un anciano, o cogerme mi madre en sus rodillas para que se sentara otro y decirme de levantar si a la que cedía el asiento era una señora embarazada.  Lo de poner los pies en el asiento, o no estar pendiente y saber si estaba molestando a alguien, era algo impensable. Pero claro, se me olvidaba, tuve buenos maestros y yo, modestia aparte, debí de ser buena alumna, porque mis hijos, se han levantado y cedido el asiento hasta que han optado en quedarse de pie, porque al principio les miraban raro, a veces hasta con desconfianza y la última vez a mi hijo el pequeño una señora quería agradecerle el detalle de cederle el asiento, dándole una propina.  Cuando pienso esto, que llegue una señora a ofrecer dinero en agradecimiento a un chico de catorce años por ser educado, ¡a dónde hemos llegado!.  Y no es cosa de la prehistoria, que todavía me quedan unos cuantos para llegar a los cincuenta.  Pero en fín, así es la vida, aunque creo que tendríamos que hacer acto de conciencia en más de una ocasión.  Y a los chicos que les enseñan en los colegios, ética, cuando vayan a casa les dén los libros a sus padres para que den un repaso y recuerden lo desaprendido.
Besos
Irene

domingo, 20 de febrero de 2011

como la vida misma: ¿El domingo produce náuseas?

Hola, buenas noches;

Tengo que acostarme yá, sino quiero empezar la semana con resaca de sueño.
Evidente, hoy domingo, mañana lunes, pero mañana será mañana, así que hoy voy a seguir sufriendo al domingo.
Sí, sufrirlo, porque es la antesala de un comienzo de semana que no sabemos que nos depara, pero sí sabemos lo que podemos esperar.
Los que somos afortunados, y tenemos un trabajo de 8 a 10 horas, cobrando un sueldo (los más afortunados les han obligado a bajarselos entre un 5% los funcionarios y hasta un 15% gente que yo conozco) y los que como yo, mileuristas si incluimos las prorratas de las pagas extras en el mes en curso.
Por otro lado, existen unos trabajadores más explotados si cabe, y que se llaman "becarios", no cotizan (hasta ahora) no pagan, no cobraran el día de su jubilación (si llegan "pobres") y cobran un sueldo que... (a cualquier cosa se le llama sueldo) por hacer el mismo trabajo que el compañero de turno.
Claro, no me puedo olvidar de los trabajadores que ostentan el título de ser los empleados que "trabajan" en el mayor sistema colectivo de un país LOS PARADOS, cada uno, como todos, tienen su propia cruz, pero aunque pueda que no tengan el problema de madrugar, (que tampoco es cierto del todo) tienen un problema más gordo, NO PUEDEN DORMIR, la hipoteca, el colegio de los niños, la nevera que se vacía muy deprisa y cuesta mucho llenarla, (cuesta hasta los que tenemos la fortuna de ser mileuristas).

¿Pero que tenemos todos en común? que hoy, domingo, tenemos un respiro para tomarlo cada uno como pueda (porque eso de que cada uno como quiera, es mucho decir), unos se tumban en el sofá, otros pasean con la familia por los parques y calles de su ciudad, otros ven el fútbol en el bar de abajo de su casa, con los colegas haciendo tertulia, otros van a casa de los abuelos, y algunos hasta van al cine, se toman un café, un bocata y a casa pronto, que mañana es lunes y....

¿No les pasa que cuando estamos en la tarde de domingo?, pensamos:"con lo que le cuesta llegar el fin de semana, y que pronto se pasa, ¡hala¡ mañana otra vez lunes" y no disfrutamos como deberíamos del momento, del día que vivimos.

Tenemos ¡¡¡¡suerrrrte¡¡¡¡, por desgracia hay otros que no han terminado el día, salud que tengamos para esperar a que inicie su andadura un nuevo lunes y después el martes, y así hasta el siguiente domingo, y de nuevo vuelta a empezar.

La vida es una rueda, que gira sin parar, aunque a veces no me gusta lo que veo y digo, que se pare el mundo que me bajo, pero.... lástima, eso no sirve.A veces los domingos, me producen náuseas; pero gracias a él paso a otra semana, este lunes seguro que será hermoso, porque abriré los ojos y podré levantarme, y andar, y pensar, y enfadarme, y reir, y besar y abrazar y seguro que hasta podré emocionarme y será porque estoy viva y puedo sentir, ¿que más puedo pedir?

Besos
Irene