Hola, ya sé que la buena educación, advierte, que es de mala educación escuchar las conversaciones ajenas, pero cuando estas en una cafetería, con las mesas superpegadas unas a otras, y llenas, superllenas (que ya me dirán donde está la crisis en esos momentos)no puedes evitar, aunque no estés en las conversaciones de las mesas vecinas, escuchar lo que en ellas dicen.
Dicen, las malas lenguas, que las mujeres somos por naturalezas "malas" y que podemos llegar a ser, perversas. Evidentemente yo como mujer, no puedo estar de acuerdo (a veces con la boca pequeña), por lo que en esta ocasión, me voy a limitar a poner los hechos "en la pantalla" y que juzgue quien crea tiene el poder para juzgar.
El sábado por la mañana, estando con mi napolitana de chocolate y mi café con leche, saboreando el buen aroma, se me mezclaban dos conversaciones, completamente diferentes, una por el oído derecho, otra por el izquierdo. Tan distintas una de la otra, pero tan bonita una y realistas ambas.
En el lado derecho, tenía dos señoras de avanzada edad, tenían que ser un poco duras de oído por lo que chillaban a pesar de estar muy cerca la una de la otra, y en el lado izquierdo, observé por el rabillo del ojo como una chica de unos 30 años se levantaba a saludar a una morena de edad parecida que acababa de entrar y que se sentó junto a ella.
Estaba yo, muy concentrada en cortar y poder saborear mi napolitana, que oía sin prestar atención, pero al final por la cercanía o por la elevacción de las voces, no pude evitar escuchar ambas conversaciones, a derecha e izquierda y nunca mejor dicho.
Las dos señoras mayores, las de la derecha, se intentaban convencer la una a la otra de que sus nietos eran los mejores, los más guapos, los más risueños y los más tiernos, peeeeeero, ya no tanto sus hasta hace poco amados hijos. Hijos de los que habían sacado pecho, cuando terminaron la carrera, arquitecto, medicina, otro opositaba para conseguir plaza fija de maestro, y la "pequeña" que como tenía dos mellizos, bastante tenía la pobre. (me acordé de la liberación de la mujer, pero eso será para otro día). La conversación de las dos señoras, se mantenía en distintos "picos" tan pronto pasaban de la ternura, risas con lágrimas hablando de los nietos, como se lamentaban de lo egoistas, y déspotas en los que se había convertido "hasta" hace poco sus amados y venerados hijos.
Se sentían como "chachas" (sin intención de ofender a nadie)porque, una tenía que estar a las 8 de la mañana en casa de la mayor, porque se iban a trabajar y la chica que los llevaba al colegio no podía ir ese día, y claro, si iba a una tendría que ir a casa de su hijo, con el consiguiente disgusto, porque éste vive a las afueras de la ciudad, y tampoco es lo mismo, ir a casa de la hija que del hijo (ésto lo de siempre, tambien para hablarlo con tranquilidad)
La otra, hablaba con más resignación, era normal que les echara una mano, en definitiva sino lo hacían por sus hijos y nietos, ¿por quien lo iban a hacer?, eran y son la generación "pagana", la que siempre han pagado los platos rotos, las que no han dicho nunca, no, las que cuando se casaron y los padres y suegros incluidos, o se los repartían con más hermanos o todos juntos a su casa (aunque entonces se decía, el casado casa quiere), y eso, sino iba la abuela en el lote.
Cuando fallecen los antecesores, los hijos que han tenido durante el recorrido de la vida, se han hecho mayores, y han tenido que trabajar muy duro para poder darles unos estudios, algo que ellos aunque hubieran valido no pudieron realizar, todas las energías se volcaron en los hijos, (cosa, que sin saber, podía ser frustrante a hijos y padres simultáneamente, aunque entre ambos no se hiciera ni un reproche), cuando ya podían respirar tranquilos, "voilá" he aquí, que la cigüeña que ya no viaja de París y se instala en casa de esos hijos que han estudiado para tener carrera y buen trabajo, y claro, ahora no es momento de truncar, los sueños, por los que todos hemos peleado, incluidos los abuelos. Si sólo tienes un hijo, "allá que te allá" pero como tengas dos o más, ya me dirás como te repartes.... así que tenemos la generación vital, las jóvenes de antes y las abuelas de ahora.
Pero el problema no llega cuando tiene que cuidar a los nietos que son pequeños, el problema llega cuando ya esos nietos no necesitan de los cuidados ni vigilancia de los yayos, ¿que pasa con ese padre-madre convertidos en abuelos-cuidadores?
Sencillamente, se han hecho tan mayores, que "chochean" y tienen que apartarse, porque no entienden y meten la pata en las conversaciones. No tienen los reflejos que tenían antes, ni físicos ni mentales.
¡¡¡Ayyyyy!!! quien te ha visto y quien te vé...
(continuará)...
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